Se acaban de cumplir en España, recientemente, 3 años desde la implantación por Ley del certificado energético. Ese documento que permite calificar energéticamente un inmueble y calcular su consumo anual de energía necesario.
En España, como en otros países, se requiere un cambio de mentalidad y de hábitos. Hay que transmitir y comunicar a la sociedad la información necesaria, acerca de los beneficios por el consumo responsable de la energía y la reducción de las emisiones. La alternativa no puede ser la inacción, y adquirir compromisos como individuos debe ser una obligación. Es muy común encontrarse con propietarios que afirman, ante su obligatoriedad, para qué sirve este certificado o que es un impuesto más que se han inventado.
Sorprendente cuando se trata de un derecho del consumidor que va a adquirir un producto. Ya se hace al comprar electrodomésticos, bombillas, equipos de aire acondicionado o vehículos, ¿por qué no también en los edificios?
En España, es obligatorio disponer del certificado de eficiencia energética para edificios nuevos, desde 2007, y para edificios existentes desde 2013, e incluso ya era obligatorio mucho antes en países en el resto de Europa: en Reino Unido, desde 1995 para edificios nuevos, y 2007 para edificios existentes; en Alemania desde 2002 para edificios existentes, en Dinamarca el certificado es obligatorio desde 1997, y desde 2006 en nuestro vecino, Francia, que por cierto, encabeza el ranking de sostenibilidad en el sector inmobiliario.
Si otros países en la UE están haciendo los deberes, e incluso se plantean objetivos más ambiciosos, España también debe hacerlo. El potencial existe, y los mecanismos al alcance y sobre todo los esfuerzos, deben ir encaminados a conseguirlo.
Hay que hacer autorreflexión: ¿es beneficioso? ¿merece la pena? ¿ha aportado algún beneficio? Desgraciadamente se está convirtiendo en un mero trámite y es muy peligroso. Cada vez debemos trabajar porque sea más valorado, socialmente, ambientalmente, técnicamente y económicamente. La administración ha empezado a hacer sus deberes y seguramente ahora toca a profesionales y ciudadanos ponernos a ello.
Grande ha sido la influencia francesa en el amplio ámbito de la decoración… eso sí, para ponernos a su altura en esta temática y en todo lo relacionado con la eficiencia energética, aprendamos a pronunciarlos correctamente.
Au revoir..
Fuentes: Certificados energéticos, Sostenibilidad y Arquitectura, Revista AD y Deceuninck.