Comencemos con algunos datos… A nivel europeo alrededor del 15% de viviendas tienen problemas de humedades, el 10% de hongos y el 22% padecen consecuencias por el ruido. En este contexto ¿se podría evaluar cuál sería el impacto económico, sanitario y energético de una mejora energética sobre el stock de viviendas en España?
Teniendo en cuenta que el 55% de las viviendas están construidas antes de 1980 y el 30% entre la década de los 60 y 80, desde el IREC (Instituto de Investigación en Energía en Cataluña), se ha identificado aquellos hogares que gastan más del 10% de sus ingresos en energía -pobreza energética-. El resultado es 1,5 millones de viviendas o, lo que es lo mismo, el 8% del parque edificatorio español.
Otro indicador estimado por el IREC es la Tasa de Mortalidad Adicional en Invierno (TMAI), basado en las Estadísticas de Defunciones de los años 2013 y 2014. Tomando como referencia un estudio europeo, sorprende que los países del arco mediterráneo, que teóricamente tienen temperaturas más benignas, presenten una mayor TMAI, relacionado con la baja eficiencia energética de sus edificios y sus condiciones de temperatura interior, según arroja el estudio.
Si nos centramos en España, se estima que el número de mortalidad adicional invernal, está alrededor de 7.000, en base a diversos estudios realizados por la Asociación de Ciencias Ambientales. “Si se rehabilitaran energéticamente 1,5 millones de viviendas construidas en los años 60-80 sería posible evitar que unas 100.000 personas considerasen que tienen una salud mala o muy mala”, cita el estudio. Además, las familias podrían ahorrarse entre 400€-500€ anuales en sus facturas energéticas, lo cual redundaría prácticamente a la mitad de los costes energéticos totales de la vivienda.
¿Y e impacto económico? Con una inversión de unos 10.800€ por vivienda, con una rehabilitación pasiva –actuar sobre la envolvente-, y unos 12.300€ con rehabilitación activa y pasiva -cambios en los sistemas de calefacción-, las probabilidades de sufrir enfermedades cardiovasculares se reducirían de un 50,6% a un 38,8%.
Para el sistema sanitario el ahorro en visitas hospitalarias y medicamentos sería de 150€ por vivienda y la reducción de los costes en cuanto a bajas laborales de aproximadamente 220€ por vivienda. Ahorros para las arcas del Estado, a los que habría que añadir el que tendría en el usuario final en gastos energéticos: variaría entre 380€ y 547€ por vivienda en función de la rehabilitación acometida.
Extrapolando estos datos a nivel nacional para el número de viviendas estudiado (1,5 millones), el Estado se ahorraría 560 millones de euros en servicios sanitarios y costes laborales. Y la economía familiar entre 580 y 820 millones de euros.
Deceuninck a través del proyecto OCU/iEnergy, permite evaluar cada vivienda y proponer mejoras sobre la eficiencia energética. Mediante el simulador iSave -http://isave.ienergy.es/ – y vía web www.isave.es (de acceso gratuito), se accede a un entorno visual fácil y comprensible que ofrece una estimación de la calificación energética, una solución personalizada para mejorar el inmueble y los ahorros que se obtendrían con ella.
Datos para la reflexión…. Hasta el próximo día.
Fuentes: La Casa que Ahorra, diario El Mundo y Deceuninck.